Aportes de Sigmund Freud al estudio de las perversiones (2024)

Introducción

Ante la interrogante de por qué el uso que el psicoanálisis le ha dado a la palabra“perversión” no ha podido eclipsar o influenciar en gran medida a otras disciplinas,y con la respuesta de que el psicoanálisis no es un discurso hegemónico, espertinente interrogarse hasta qué punto ha incidido en otras disciplinas y cuálesson sus aportaciones en nuestros días.

Para abordar este problema se parte de una reflexión sobre las bases moralesderivadas de la religión judeocristiana que han sostenido, en las disciplinas decarácter científico, una visión patológica respecto a las perversiones; a la par, sebusca establecer un contraste entre estas aproximaciones y el extenso desarrollo deltema en la obra de Sigmund Freud, quien desde hace más de cien años renunció atratar las perversiones como patologías y a los perversos como enfermos. Dichocontraste posibilita problematizar cuáles son algunos aportes del psicoanálisis alestudio de las perversiones y establecer sus diferencias con otras disciplinas encuanto a la incorporación, en su análisis, de los preceptos morales, punto sobre elcual el psicoanálisis aún puede contribuir en la comprensión y el posicionamientoclínico sobre las perversiones.

Para la primera parte, se realiza una revisión del concepto de “perversión” y sususos derivados de la religión, mismos que se heredaron a la psiquiatría y a otrasdisciplinas científicas. Posteriormente se lleva a cabo una revisión de losprincipales aportes de Freud respecto a las perversiones, trazando el desarrollohistórico de su elaboración y los tópicos que le permitieron elaborar su teoría, loscuales constituyen grandes avances para el psicoanálisis y, al mismo tiempo, marcannuevos ejes para la comprensión de las perversiones dentro y fuera del campopsicoanalítico. Por último se enmarcan los aportes del psicoanálisis en tres tipos:los que se diseminaron en otras disciplinas, ya sea de manera puntual odistorsionada; los que se rechazaron en ámbitos científicos y en lo social, peroaños más tarde llegaron por otra vía; y lo que todavía puede aportar dentro y fuerade contextos psicoanalíticos.

Contexto religioso

El término perversión remite de manera general a la idea de “dar vuelta o invertir”;a su vez, se liga con el significado de la palabra latina derivada depervertere.1Por lo tanto, se asocia con algo que da vuelta, que se invierte o se desvía de sucurso. Las variaciones respecto de su significado se presentan en los distintosámbitos y contextos en donde se utiliza, por expresar diversas connotaciones.

Hasta el momento, no existe una disciplina que tenga el dominio único sobre el usoapropiado de la palabra. Su utilización puede variar desde lo coloquial hasta larigidez que precisan las disciplinas cuya función sea producir conocimiento; porello, el término en sí oscila entre lo informal y lo formal de los tecnicismos y elestablecimiento de conceptos. Lo mismo sucede con aquellos individuos a quienes seles denomina “perversos”: con el calificativo se puede hacer referencia tanto alpolítico corrupto como al criminal de la calle, al sádico o al fetichista, porejemplo.

Los usos del término en dos campos distintos son los que han marcado la pauta de loque se entiende por perversión: la religión y la medicina. Su impacto social y en elestudio científico, respectivamente, ha derivado en concebir a las perversionessobre todo como algo “malo”, “enfermo” o “anormal”. No obstante, es la religión laque estableció las bases sobre las que la medicina comprendió a lasperversiones.

Hay muchos lugares admisibles desde donde situarse para comenzar a hablar sobre laperversión. Coincidiendo con lo expuesto por Roudinesco,2 “la perversión es intrínseca a la especie humana”,ajena al mundo animal y “sólo existe como un desarraigo del ser respecto al orden dela naturaleza”; por lo tanto, queda claro que, para su estudio, se le puede abordardesde cualquier momento de la historia humana. En Occidente se le puede rastrear enlos mitos y en la cultura de las antiguas Grecia y Roma, en los textos judíos quedieron lugar al Antiguo Testamento, en los inicios del cristianismo, en la EdadMedia, en la era moderna y cualquiera de las variaciones en que se delimite lacultura del hombre para su estudio.

Si bien un recorrido que atienda los más de 26 siglos transcurridos desde la fecha enque suelen datarse los textos homéricos3 a la actualidad resultaría sumamente sustancial yprimordial en cuanto al estudio del tema, en la presente investigación, que tienecomo objetivo dilucidar los aportes del psicoanálisis al estudio de lasperversiones, se toman como referentes los siglos XVI y XVII, en específico. Tambiénse incluyen algunos acontecimientos relacionados con la concepción religiosa que setenía sobre la perversión en la Nueva España, con el propósito de ubicar lastransformaciones acaecidas con el siglo XVIII y su cambio de potestad teórica ypolítica de la religión a la ciencia médica y jurídica.

Partir de la religión resulta oportuno ya que, durante la Edad Media y hasta finalesdel siglo XVII, fue uno de los mayores referentes para la organización política dediversos países, así como para la comprensión del hombre y del mundo. En el caso deMéxico, con la conquista española se instauró el catolicismo y fue durante lossiglos XVI y XVII, aun como Colonia española, cuando la Inquisición ocupó un lugarimportante en el adoctrinamiento, juicio y tratamiento de los transgresores de laley cristiana.

Para Roudinesco es en este periodo, que va desde la Edad Media hasta el siglo XVII,cuando la perversión, confundida con perversidad,4 comienza a perfilarse como una formade perturbar el orden natural y corromper a los hombres, llevándolos a los excesos ylos vicios (muchos de éstos catalogados como pecados capitales porel catolicismo). El cambio de la comprensión religiosa a la científica y de los usosdel pasado a los actuales no han evitado que la perversión continúe utilizándose, enmuchas ocasiones, como equivalente a perversidad. Más adelante lo señala la autora:

Si bien vivimos en un mundo donde la ciencia ha sustituido a la autoridad divina,el cuerpo a la del alma y la desviación a la del mal, la perversión siguesiendo, lo queramos o no, sinónimo de perversidad. Y cualesquiera que sean susfiguras, siempre se relaciona, como antaño, pero a través de nuevasmetamorfosis, con una especie de negativo de la libertad: aniquilación,deshumanización, odio, destrucción, dominio, crueldad, goce.5

Joël Dor se refiere a cómo perversión y perversidad solían referirse a la malignidaden el comportamiento de los individuos. Al respecto señala: “se nos remite, pues,bajo esta apelación al lugar de las apreciaciones morales del comportamiento”,6 y da cuenta de cómo el problema delas perversiones conduce a la cuestión moral y cómo, a pesar de la transición haciauna explicación científica que en apariencia pretendía alejarse de las concepcionesreligiosas, el problema para definir las perversiones siguió recayendo sobre elmismo punto. Remarca Dor que, en términos distintos a la maldad y el pecado, elhablar de patología enmarcó a las perversiones como una “desviación de losinstintos”, presentándose el mismo problema: “tener que circunscribir sunaturaleza”,7 es decir, definirlo natural y la normalidad de los instintos, en donde la visión religiosa continuónormando lo referente a la sexualidad, encubierta y referida por la psiquiatría comouna normalidad de orden biológico.

Actualmente no se discute que la ciencia haya sustituido a la autoridad divina, noobstante, el paso de una a otra permite atender las interrogantes sobre los cambiosinherentes a dicho relevo y, a su vez, qué es lo que se mantiene detrás de losartificios de nuevos nombres.

Inquisición y perversión

Para hablar sobre lo que significó e implicó durante el ejercicio de la Inquisiciónel uso del término “perversión” es necesario aclarar algunos puntos. De manerageneral, se toman en cuenta las prácticas sexuales que se consideran desviaciones,de acuerdo con la norma social8.Para tratar el asunto de la perversión referida a la Inquisición, se delimitará suuso al campo de la sexualidad, esto con la finalidad de no perder de vista alpsicoanálisis, eje principal que motiva esta investigación.

Respecto a las prácticas sexuales que se desvían de una norma social, la Inquisiciónpersiguió y enjuició cuantiosamente a los acusados de bigamia y poligamia. Ambas seconsideraban prácticas transgresoras de la monogamia, la cual era promovida por elcatolicismo; por lo tanto, se consideraba que ambos “pecados” atentaban contra elmatrimonio y la llamada unión “natural” entre un hombre y una mujer. Alberro9 considera que la bigamia fue lapráctica más sancionada dentro de las faltas a la moral sexual. La Inquisición, porconsiguiente, se dedicó a dictar la forma en que debían comportarse los hombres parano ser acusados de pecado.

Con base en el texto bíblico, la Iglesia prohibía tanto los actos como los deseosimpuros. El adulterio, la sodomía, la hom*osexualidad, la masturbación y la lujuriase concebían como prácticas antinaturales de acuerdo con la Ley de Dios. Por lotanto, encontraron en el Decálogo (su listado de pecados capitales), en las funestassentencias que recibieron los habitantes de Sodoma y Gomorra, en el castigo de Onány en muchas otras historias detalladas en la Biblia, soportes textuales parajustificar sus procesos de castigo.

Sobre las faltas a la moral sexual juzgadas, por ejemplo, en el caso de México, aúnllamado Nueva España, Greenleaf10menciona:

Durante la primera década del funcionamiento del tribunal de la Inquisición en laNueva España, hubo 204 juicios de blasfemos y 198 procesos contra bígamos. Seiniciaron muchas otras investigaciones sobre bigamia y blasfemia, pero sesuspendieron por falta de evidencia. Los Inquisidores continuaron enjuiciando amucha gente por afirmar que la fornicación simple no era pecado mortal.11

Diversos casos de este tipo son descritos por Greenleaf y Medina en susinvestigaciones sobre la Inquisición en la Nueva España. Su notable revisión,principalmente de los materiales manuscritos del Archivo General de la Nación,correspondientes al ramo de la Inquisición, así como el estudio de los procesos defe durante la Inquisición en México custodiados en el Archivo General de Simancas,permite concluir que tan sólo en la Nueva España -una colonia española- figuran unagran cantidad de casos que hacen referencia al interés de la Iglesia por el dominiodel campo de la moralidad y la sexualidad.

Dos ejemplos que pueden citarse de forma muy breve, pero ricos en contenido poraludir a diversas “desviaciones sexuales” respecto a lo normado, son el caso de doñaJuana Aguirre -mencionado por Medina-,12 una mujer casada que fue a juicio por decir que “teneracceso carnal con una comadre no era pecado”. Por otro lado, Greenleaf13 enlista entre los numerososprocesos que revisó, el correspondiente a Juan de Jaén en 1528, acusado de incesto.

El arribo de la Inquisición a la Nueva España facilitó la conversión de los indígenasconquistados para la religión católica. Se impuso la Ley Divina a través de labarbarie y el terror. Por ello, durante los siglos XVI y XVII ésta tuvo suesplendor, el cual siempre se vio acompañado por un creciente descontento hacia susmétodos.

Por otra parte, el siglo XVIII se caracterizó a nivel mundial por las posturascríticas hacia la religión y el engrandecimiento de la ciencia y la razón. LaInquisición comenzó su gran crisis en España, que culminó a inicios de la siguientecenturia con su abolición y, en consecuencia, su extinción en los países quegobernaba, como es el caso de México que, además, se encontraba en su proceso deindependización.

En 1820, las Cortes liberales de España decretaron la abolición de la Inquisición. Elefecto en México fue casi inmediato, siendo el 16 de junio de 1820 la fecha en queel inquisidor Antonio de Pereda cumplía con el decreto real y enunciaba la absolutaextinción del Tribunal y el cese inmediato de sus funciones.

El contexto religioso-científico de la perversión y el descubrimientofreudiano

En el ámbito de la religión, el Bien14 es aquello sobre lo que hay una vuelta, una inversión. Unpaso del bien al mal, un exceso, un vicio que perturba el orden divino, seconsideran, precisamente, una perversión. De entre los múltiples vicios clasificadospor el catolicismo, la lujuria se caracterizó ante todo por su referencia a lasexualidad. Siendo ésta innata, pues la Ley de Dios dictaba que las relacionesdebían ser, en exclusiva, entre un hombre y una mujer, seguidas por el ritual decasamiento, la monogamia, la exaltación de la virginidad y la viudez digna.

Fue el Tribunal del Santo Oficio, como ya se señaló, quien se encargó de castigar alos herejes, a aquellos que se atrevían a cuestionar las imposiciones de la Iglesiay seleccionaban sus creencias. También correspondió a las autoridades eclesiásticassancionar a quienes “pecaban”, independientemente de ser fieles creyentes o herejes.El vicio debía regularse, y lo que más se reprendió fue la bigamia. También eracastigado el uso público de las palabras que incitaban al desborde de los placeres,el onanismo, el exhibicionismo, la hom*osexualidad y las relaciones sexuales que nobuscaban la reproducción, sino el placer, lo cual conducía en algunos casos a lasprácticas anticonceptivas y a la exaltación del aborto.

Además, el juicio no sólo era llevado a cabo por parte de los miembros de la Iglesia;la sociedad en general se encargaba, también, de acusar y apartar a aquellosmarcados en público como viciosos, los cuales eran capaces de corromper a los demás.Algo no muy distinto al comportamiento de algunas comunidades actuales en las queimpera el juicio despectivo sobre aquellos con prácticas sexuales que no se limitana la relación genital entre un hombre y una mujer, que escapan a la monogamia, entreotras.

Por su parte, la medicina -en específico la psiquiatría- heredó la idea de pensar quela sexualidad es innata. Dejando a un lado las nociones de Bien y Mal se adoptó a labiología como soporte de lo que se entenderá por natural y, respecto a lasexualidad, la relación entre macho y hembra se pensó como la norma. Lasdesviaciones también eran objeto de regulación: quienes perturbaban este ordendejaron de llamarse pecadores y fueron denominados “enfermos”. En síntesis, respectoa la sexualidad se pasó del pecador al enfermo, el Mal se convirtió en patología, ylos métodos y la autoridad para regresar a los transgresores al orden natural setransmitieron de los clérigos a los médicos.

Los vicios sexuales encontraron un asentamiento dentro del campo científiconominativo con Krafft-Ebing, quien en su Psychopathia Sexualis(1886) elaboró la primera clasificación, divulgada en alto grado, sobre lasperversiones sexuales. En términos más concretos, en su obra las considera como“perversión del instinto sexual”, enumerando todas aquellas conductas que no buscanla reproducción en exclusiva, sino el placer, concepción congruente para quienpensaba en términos de “instinto”. El interés de la psiquiatría por los viciossexuales y su regulación ya había encontrado modificaciones con Pinel, quienalrededor de un siglo antes propuso, respecto a las diversas manifestacionesconsideradas como patológicas, renunciar a la aplicación de los tratamientos quedenominaba irracionales -los cuales eran ordenados por sacerdotes con la finalidadde regular los vicios sexuales- como la oración, la compra de indulgencias y hastalos exorcismos, para adoptar tratamientos como los baños de agua o las purgas.15

En este contexto, en donde los hombres de ciencia consideraban la sexualidad comoalgo determinado puramente por lo biológico, y todo aquello que se desviaba seclasificaba dentro de las patologías para ser sometido a alguna cura, aparece elpsicoanálisis. Tan sólo 19 años después del libro de Krafft-Ebing, Sigmund Freudpublicó los “Tres ensayos de teoría sexual”. Para Roudinesco, con esta obra Freudabordaba un tema que ya era del dominio de los médicos, juristas, pedagogos ysexólogos, hecho con el que coincide Julien,16 quien ubica en el siglo XIX el momento en que el poderjudicial recurre al discurso médico para pronunciarse sobre la perversión y lainfancia y la responsabilidad que debía adjudicarse a los diferentes actores; ladiferencia y el aporte de Freud fue, como describe la autora, “deconstruir aún másel universo de la infancia al describir la sexualidad infantil como una disposiciónperversa polimorfa”.17

Freud y los “Tres ensayos de teoría sexual”

Lejos de la terminología psiquiátrica, Freud describía y reflexionaba sobre elchupeteo de los niños, sus juegos con los excrementos, la defecación, el orinar yotras actividades no exentas de placer para éstos. Otro de sus aportes es, segúnapunta Roudinesco:

En síntesis, hacía del niño de menos de cuatro años un ser de goce, cruel ybárbaro, y capaz de entregarse a toda clase de experiencias a las que, sinembargo, se vería obligado a renunciar en la edad adulta. De ahí la idea de losdiferentes estadios -anal, oral, genital y más adelante fálico- tomada delevolucionismo, que servía para definir las etapas de la vida subjetiva conformea los objetos escogidos.18

La sexualidad concebida por Sigmund Freud dejaba de tener como meta únicamente lareproducción, según lo planteaba el discurso religioso y médico, para pensarla,también, como un ejercicio de placer. Esto no era un secreto; sólo una censuraseñalada de modo sutil por Freud en el prólogo a la cuarta edición19 de sus “Tres ensayos de teoríasexual”: “Si los hombres supieran aprender de la observación directa de los niños,estos tres ensayos podrían no haberse escrito”.

Según testimonian algunas cartas dirigidas a Fliess,20 el interés de Freud por construir una teoría sexualdata de fechas anteriores a la escritura de sus famosos ensayos. La teorización dela sexualidad ya era parte del discurso médico, que la apuntalaba dentro de lobiológico; por lo tanto, Sigmund Freud, como señala Morales: “apostará por otra víade reflexión, de epistemología y de clínica”.21 Hacer públicas sus observaciones respecto a lasexualidad infantil causó polémica. Además, otra de las posturas de Freud en susensayos tiene el mismo tinte controvertido: “el descentramiento de la hom*osexualidadcomo degeneración o enfermedad”.22Freud lo aclara al criticar una de las concepciones que se tenían sobre la llamadainversión, concebida por los médicos como un signo innato de degeneración nerviosa.Respecto a esto menciona con puntualidad:

Parece más adecuado hablar de degeneración sólo cuando: 1) coincidan variasdesviaciones graves respecto a la norma; 2) la capacidad de rendimiento y desupervivencia aparezcan gravemente deterioradas.

Varios hechos hacen ver que los invertidos no son degenerados en este sentidolegítimo del término:

  1. Hallamos la inversión en personas que no presentan ninguna otradesviación grave respecto a la norma.

  2. La hallamos en personas cuya capacidad de rendimiento no sólo no estádeteriorada, sino que poseen un desarrollo intelectual y una culturaética particularmente elevados.23

Como es posible notar, Freud continúa su crítica haciendo observaciones sobre lainversión en pueblos salvajes y primitivos. Hace hincapié en los pueblosantiguos,24 en los que, segúnél ve, no nada más se presentaba de manera frecuente, sino que también teníafunciones importantes.

El primero de los tres ensayos está enfocado en aquello que se calificaba como“aberraciones sexuales”. Cuando el autor habla sobre estas prácticas no se alejamucho de los dos grupos en que Krafft-Ebing ya las había clasificado: 1) por suobjeto y 2) por su meta. Lo que se aborda bajo el nombre de “aberraciones” alude, demanera directa, a las perversiones. Freud utiliza el término en sus consideracionesposteriores, al abordar las aberraciones en los dos grupos ya mencionados.25 La clasificación es una guía queutiliza para reflexionar sobre el tema; la novedad sobre esto, como apunta Julien,“radica en suprimir la frontera entre perversión y normalidad. ¡Basta decondenas!”.26

Ya en el llamado Caso Dora, que data de 1901 y publicado en 1905 -mismo año en queaparecen los Tres ensayos-, Freud había mencionado lo siguienterespecto a las perversiones: “no son bestialidades ni degeneraciones en el sentidopatético de la palabra”27 y,después, arremete contra los médicos: “Las menos chocantes de las llamadasperversiones sexuales gozan de la más amplia difusión en nuestra población, comotodo el mundo lo sabe,28 exceptolos médicos que escriben sobre el tema. O más bien esos autores también lo saben;sólo se empeñan en olvidarlo en el momento de tomar la pluma para escribir”.29

La sexualidad llamada perversa y anormal es ubicada por Freud -al menos en parte-dentro de las prácticas sexuales comunes entre la población “normal” de su época. Lafelación, el cunniling*s, el placer evocado en distintas zonas delcuerpo y con prácticas distintas al coito, no eran ajenas -ni lo son en laactualidad- entre la comunidad vienesa en la que vivió. Tampoco lo fueron porcompleto a la pluma de los médicos, como señala Freud: si escribieron sobre ellasfue para clasificarlas dentro de lo anormal y lo patológico.

Pueden encontrarse en sus Tres ensayos otros aportes de Freudrespecto a la comprensión de las perversiones. En el segundo, por ejemplo, hace unaintroducción a las fases de desarrollo de la organización sexual y su abordaje sobrelas pulsiones parciales. Por otra parte, en el tercer ensayo profundiza en la teoríade la libido, la diferenciación entre el hombre y la mujer y el objeto. Estos temasresultan importantes, no únicamente para el estudio de las perversiones, y sondesarrollados en textos posteriores. No obstante, su inclusión en los Tresensayos corresponde, en parte, a ediciones subsiguientes de la obra.James Strachey, en la introducción a la misma, menciona las diversas modificacionesque Freud realizó a lo largo de las seis ediciones -la sexta, publicada 20 añosdespués, en 1925-. Fueron dos décadas de vasta producción teórica, en las que eldesarrollo sobre la teoría de las pulsiones y la introducción del narcisismotuvieron amplias consecuencias tanto en la obra de Freud como en las posturas de suslectores.

Tan sólo el planteamiento inicial de las fases de desarrollo de la organizaciónsexual y las pulsiones parciales, sugeridas como estadios evolutivos, y losseñalamientos sobre el vínculo entre perversión y la fijación a las etapaspregenitales, han causado división entre los psicoanalistas y la idea que se tienesobre el término “perversión”:

En este punto los psicoanalistas se dividen. Para algunos, la perversión sería lapersistencia de una fijación a una pulsión parcial: se trataría del signo de unretraso en el desarrollo y la evolución hacia la pulsión genital. Se definiríapor una detención en tal o cual placer calificado de preliminar, pero que notiene nada de tal. La transformación por el Edipo no habría tenido lugar.30

En 1905 Freud da pie a concebir de manera evolutiva el desarrollo de la sexualidad.Si bien plantea que “la disposición a las perversiones es la disposición originariay universal de los seres humanos”, no abandona la concepción de una “conducta sexualnormal”, aquella que tiene como meta centrar la pulsión sexual en la zona genital.Las perturbaciones en el desarrollo de la pulsión pueden tener como consecuencia laperversión. Menciona Freud: “nos pareció que la pulsión sexual misma era algocompuesto por muchos factores; y que en las perversiones, estos se disgregaban, porasí decir, en sus componentes”, y al final resume: “La pulsión sexual del adultoengendra una aspiración con una única meta sexual mediante la composición demúltiples mociones de la vida infantil en una unidad”.31

Diez años después, en 1915, teorizó sobre las pulsiones y destinos de pulsión,aportando y aclarando diversas ideas respecto al objeto sexual, el amor y unaposible síntesis de las pulsiones en una sola. Al aclarar algunas ideas,problematiza los planteamientos de los textos que le anteceden y, a su vez,condicionan los ulteriores.

Lo que sí queda asentado desde un inicio son al menos tres aserciones: la primera,que hay una sexualidad infantil; la segunda, que la sexualidad no es puramenteinnata, por lo tanto, tampoco está sujeta al “instinto sexual” planteado por eldiscurso médico. Freud habla de pulsiones y no de instintos y deja en claro que elinstinto sexual del que hablaban los médicos, entendido como algo natural, apuntabaúnicamente a la reproducción y las relaciones genitales; por ende, la pulsión sexualpensada por Freud en 1905 no tiene un objeto natural y, antes de centrarse en lazona genital, encuentra diversos rodeos erógenos que van de lo autoerótico a laembestida libidinal de múltiples objetos. Por último, la tercera aserción: lasperversiones no son por fuerza patológicas.

Freud y el fetichismo

El abordaje del fetichismo es fundamental para que Freud construya su teoría sobre laperversión. Sus elaboraciones sobre éste encuentran su punto más alto en el textohomónimo de 1927, en donde la verleugnung32 -ya planteada en los años precedentes-33 tiene un papel importante. En1905, aun pensando en una meta sexual a la que puede atribuirse el carácter de“normal”, plantea al fetiche como un sustituto del objeto sexual: “el sustituto delobjeto sexual es, en general, una parte del cuerpo muy poco apropiada a un finsexual, o un objeto inanimado que mantiene una relación demostrable con la personasexual”. Sobre la elección del fetiche, indica que es atribuida a “la influenciapersistente de una impresión sexual recibida casi siempre en la primerainfancia”.34

La idea de sustituto permanece presente y, a su vez, ambigua. Mantiene una holgadadistancia con la consideración del fetiche como el sustituto del falo de la madre;inclusive esta idea, aunada a los estadios del desarrollo sexual entendidos comoevolutivos, ha dado lugar a pensar en la perversión como preedípica. Por lo tanto,al fetiche se le considera un sustituto del objeto sexual -o un condicionamiento delmismo- asumido aún en términos de normalidad -que no debe confundirse connaturalidad-. Cabe aclarar que durante la concepción de estas ideas todavía no sehabla sobre el primado del falo; se le menciona en el texto, pero dicha referenciacorresponde a una breve frase agregada en 1924.35

En el texto “Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci” se le da una vuelta de tuercaa la noción de sustituto. De 1905 a 1910, Freud pasa de considerar al fetiche comoun sustituto del objeto sexual a verlo como un sucedáneo del “pene de la mujer” y,además, hace mención de éste como respuesta al horror del descubrimiento de la faltadel mismo, y señala lo siguiente:

Con el discernimiento, adquirido sólo más tarde, de que la mujer no posee pene,esa añoranza a menudo se vuelve súbitamente en su contrario, deja sitio a unhorror que en la pubertad puede convertirse en causa de la impotencia psíquica,de la misoginia, de la hom*osexualidad duradera. Pero la fijación al objetoantaño ansiosamente anhelado, el pene de la mujer, deja como secuelas unashuellas imborrables en la vida anímica del niño que ha recorrido con particularahondamiento esa pieza de investigación sexual infantil. La veneraciónfetichista del pie y el zapato femeninos parece tomar a aquel solo como unsímbolo sustitutivo del miembro de la mujer otrora venerado.36

En este punto, ya es evidente la renuncia a contemplar la perversión como preedípica.Cabe mencionar que para 1905 la teoría del Edipo en Freud aún no tenía un ampliodesarrollo. Hugo Bleichmar37identifica tres momentos de síntesis significativos en que la teoría del Edipo enFreud tuvo cambios: la exposición en La interpretación de lossueños que retoma elementos expuestos a Fliess en 1897; en 1921 con “Psicología de las masas y análisisdel yo” (Capítulo VII) y un tercer momento, que corresponde a lo planteado en “Laorganización genital infantil” (1923), juntoal artículo de 1931 titulado “Sobre lasexualidad femenina”. Por el propósito del texto, nos detenemos enpoco en la segunda de éstas. Para Bleichmar, el momento en que se dio a conocer“Psicología de las masas y análisis de yo” representa un novedoso punto deinflexión. Por ello lo refiere de la siguiente manera:

En este trabajo como consecuencia de lo que pasa en el Edipo el sujeto sale condeterminadas identificaciones, por de pronto con su identidad sexual. Hay uncambio sustancial con respecto a la formulación anterior,38 porque la identidad sexual ya no se da pordada, por natural, sino que la identidad sexual es algo que se debe asumir, esalgo que puede no ocurrir, o puede ocurrir en una dirección distinta de lo quela biología estaría determinando.39

El desarrollo de la teoría del Edipo y los abordajes sobre el fetichismo tienenimplicaciones en la construcción de una teoría freudiana sobre las perversiones.Resumiendo y retornando a las consideraciones sobre el fetichismo, se señaló cómo enlos “Tres ensayos de teoría sexual” Freud iniciaba la renuncia a concebir ladeterminación biológica de la sexualidad. Con la noción de pulsiones parciales y lasfases pregenitales del desarrollo sexual, ubicó a la perversión como el punto departida para una sexualidad llamada “normal”, desmarcándose de la conocidaconcepción de desviación patológica del instinto sexual. Posteriormente, el fetiche-considerado como una fijación a un objeto distinto al genital cuya impresión derivade la sexualidad experimentada en la infancia- dejó de ser el sustituto del “objetonormal”, para convertirse en sustituto del falo materno.

Años después, y ya con los trabajos metapsicológicos elaborados, se declara que en elfetichismo, además de haber una función de sustitución, hay unadesmentida. El trabajo en el que Freud hace un compendio detodas sus ideas sobre el fetichismo hasta ese entonces (1927) es titulado tal cual: “Fetichismo”. En este escrito seretoma la idea del fetiche como sustituto del pene, pero no de uno cualquiera.Aclara que se trata de “un pene determinado, muy particular, que ha tenido gransignificatividad en la primera infancia […] Para decirlo con claridad: el fetiche esel sustituto del falo de la mujer (de la madre) en que el varoncito ha creído y noquiere renunciar”.40

Hablar del fetiche como sustituto del falo de la mujer, implica haber creído en algoque después se descubre no está, lo que significa el enfrentamiento a la castración.Para dar este paso teórico fue necesario establecer textos como “Algunasconsecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos” (1925), en dondese busca despejar la oscuridad y la poca elaboración que hasta entonces Freud habíahecho respecto a la mujer. Esto implicó clarificar el porqué el complejo de Edipo noes análogo en el hombre y la mujer, como aún se planteaba en El yo y elello(1923) y, como consecuencia,sentó las bases del texto Sobre la sexualidad femenina(1931).

Hombre y mujer no son iguales. Freud lo esclarece y aporta diversos elementos parareflexionar sobre la sexualidad femenina.41 No obstante, al hablar del fetiche en 1927, Freud secentra en la sexualidad del hombre y su relación con el falo. Ante la amenaza decastración, ante su horror, el fetiche erige un monumento que la recuerda. Una formadistinta de enfrentarse a la castración que, como señala Julien42 no es “ni una represión ni unaforclusión, sino una verleugnung, es decir,una doble posición a la vez: reconocimiento de que la madre no tiene el falo ynegación de este reconocimiento: la madre lo tiene a través del fetiche como falodesplazado”, esto es, la Ichspaltung (escisión del Yo).

La verleugnung permite a Freud más adelante -en un texto que quedainconcluso, “La escisión del yo en el proceso defensivo”(1938)- considerar dicha Ichspaltung como efecto de laverleugnung y hace un contraste entre fetichismo y psicosis.Dice sobre el fetiche: “el varoncito no ha alucinado un pene allí donde no se veíaninguno, sino que sólo ha emprendido un desplazamiento de valor, ha transferido elsignificado del pene a otra parte del cuerpo”.43 La verleugnung es para Freud “untratamiento mañoso de la realidad objetiva”, puesto que permite al varoncitomantener la doble posición antes señalada.

Ahora bien, al teorizar sobre el complejo de castración, profundizar sus análisissobre el fetichismo, marcar el contraste entre perversión y psicosis, entreverleugnung y verwerfung y las posiciones conlas que el sujeto enfrenta la castración, Freud señala una vereda que posibilitaconcebir a la perversión ya no sólo como un rasgo -síntoma o conducta- sino como unaestructura. Encuentran cabida en la teoría psicoanalítica de las tres difundidasestructuras: neurosis, psicosis y perversión. Sobre esta última, Freud halla en elfetichismo su eje reflexivo, pero a través de su vasta obra deja diversos cabos poratar44 que permitirán a lospsicoanalistas realizar nuevas y diversas lecturas sobre las perversiones, así comoen algunos casos retroceder a su concepción evolucionista. De la misma forma, estoselementos pueden permitir ir más allá de Freud, no sin antes retornar a él, alestudio minucioso de sus textos y la severa crítica hacia las posturas adoptadas poralgunas escuelas y asociaciones de psicoanálisis, tal como lo hizo JacquesLacan.

Freud. Sadismo y masoquismo

Sigmund Freud, en “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915) agrupa las pulsiones en dos tipos: yoicas y sexuales, y distinguecuatro destinos para las segundas: el trastorno hacia lo contrario, la vuelta haciala propia persona, la represión y la sublimación. Para ejemplificar los primeros dosdestinos hace referencia al sadismo y al masoquismo.

Respecto a “El trastorno hacia lo contrario”, Freud subraya que se resuelve en dosprocesos: “la vuelta de una pulsión de la actividad a la pasividad,y el trastorno en cuanto al contenido”, siendo ambos de naturalezadiversa. Los ejemplos que elige para el proceso de la actividad a lapasividad son los pares opuestos sadismo-masoquismo y placer dever-exhibición y menciona lo siguiente al respecto: “El trastorno sólo atañe a lasmetas de la pulsión; la meta actividad -martirizar, mirar- es remplazada por lapasiva -ser martirizado, ser mirado-”. Sobre el segundo proceso, el trastorno encuanto al contenido, señala que “se descubre en este único caso: la mudanza del amoren odio”.45

Sobre “La vuelta hacia la persona propia”, segundo destino de la pulsión, Freud loesclarece afirmando que “el masoquismo es sin duda un sadismo vuelto hacia el propioyo, y la exhibición lleva incluido el mirarse del cuerpo propio”. Por lo tanto, elmasoquista comparte el gozo de la furia que recibe sobre su persona y elexhibicionista la desnudez de su cuerpo. En ambos casos se mantiene lameta, pero cambia el objeto. El hecho de que los dos primerosdestinos de pulsión, propuestos por Freud, tengan como ejemplos privilegiados elsadismo-masoquismo y el ver-exhibir llevaron a Freud a reflexionar más a fondo entorno a los dos pares de opuestos.

El proceso del binomio sadismo-masoquismo es representado en tres puntos:

La satisfacción en el tercer punto se obtiene, remarca Freud, “por el camino delsadismo originario”. Sin embargo, dentro del mismo texto se pone en duda que existaun masoquismo originario ya que el gozo del dolor, como meta masoquista, “sólo puededevenir meta pulsional en quien es originariamente sádico”; no obstante, se debetener en cuenta que, tanto en el masoquismo como en el sadismo, cuando se hablasobre el goce del dolor no se hace referencia a éste en sí, sino a la excitaciónsexual que lo acompaña.

Después, se reflexiona sobre el binomio de opuestos ver-exhibir. Las etapas descritasson similares a las referidas en el par sadismo-masoquismo:

  • a. El ver como actividad dirigida a un objeto ajeno;

  • b. la resignación del objeto, la vuelta de la pulsión de ver hacia unaparte del cuerpo propio, y por tanto el trastorno en pasividad y elestablecimiento de la nueva meta: ser mirado;

  • c. la inserción de un nuevo sujeto, al que uno se muestra a fin de sermirado por él.47

En ambos pares, la meta activa precede a la pasiva, sin embargo, en el par mirar-sermirado, se sugiere una etapa previa al inciso a, en donde la pulsión de ver esautoerótica, es decir, su objeto es el cuerpo propio. Freud concluye su reflexiónseñalando cómo una etapa previa de esta índole no se presenta en elsadismo-masoquismo, en donde desde el inicio se dirige a un objeto ajeno. En laetapa previa del sadismo, referente al autoerotismo, “el órgano fuente, que esprobablemente la musculatura capaz de acción, apunta de manera directa a un objetootro, aunque se sitúe en el cuerpo propio”.48

En 1919, cuatro años después de “Pulsiones y destinos de pulsión” se publica “‘Pegana un niño’ Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales”.En este texto se dedican diversas reflexiones al tema del masoquismo, partiendo deuna fantasía que, de acuerdo con Freud, se manifiesta con frecuencia en el curso delanálisis de quienes acudieron a sus sesiones por histeria o neurosis obsesiva. Lafantasía “pegan a un niño”, que es evocada con culpa y vergüenza como un recuerdo dela primera infancia, es referida por Freud como un rasgo primario de perversión y,como toda perversión infantil, “no necesariamente dura toda la vida; más tarde puedecaer bajo la represión, ser sustituida por una formación reactiva o ser trasmudadapor una sublimación”. Si alguno de estos procesos falta, continúa Freud: “Laperversión se conserva en la madurez, y siempre que en el adulto hallamos unaaberración sexual -perversión, fetichismo, inversión- tenemos derecho a esperar quela exploración anamnésica nos lleve a descubrir en la infancia un suceso fijador deesa naturaleza”.49

Más tarde se remarca, como ejemplo, que si el componente sexual que se separa prontoes el sádico, su representación puede predisponer a la neurosis obsesiva. Estobasándose en los seis casos sobre los que se apoyó para la elaboración del texto endiscusión.

Las fantasías de paliza por lo regular se presentan al final del periodo que abarcacerca de los dos a los cinco años, “cuando los factores libidinosos congénitos sondespertados por las vivencias y ligados a ciertos complejos”.50 Las fantasías de paliza resultan complejas y suselementos se transforman en diversas ocasiones. El análisis de estas fantasías queemprende Freud se basa en las comunicaciones con pacientes del sexo femenino y sedivide en tres fases.

En la primera fase de la fantasía “pegan a un niño”, el niño fantaseador no es elazotado -pero en algunos casos es un hermano-, lo cual permite a Freud suponer queno es masoquista, sino sádico; sin embargo, debe destacarse que el niño fantaseadortampoco es quien pega, sino que este personaje es representado por un adulto queposteriormente se torna reconocible como el padre. Por lo tanto, la primera fasepuede estructurarse mediante el enunciado: “El padre pega al niño”.

En la segunda fase de la fantasía el niño azotado es el fantaseador y la persona queazota continúa siendo el padre. Ésta se puede articular mediante el enunciado “yosoy azotado por el padre”, es de carácter masoquista y, según se señala, “se hateñido de placer”. Otra puntualización sobre esta fase advierte: “Es, de todas, lamás importante y grávida en consecuencias; pero en cierto sentido puede decirse deella que nunca ha tenido una existencia real. En ningún caso es recordada, nunca hallegado a devenir-conciente. Se trata de una construcción del análisis”.51

En la tercera fase tienen lugar otras transformaciones debido a que el niño azotadoya no se es el fantaseador, ahora se asume como espectador y la persona que azota yano es por fuerza el padre, sino una figura de autoridad, por ejemplo, un maestro.Esta tercera fantasía es portadora de satisfacción sexual y, de acuerdo con Freud,procura la satisfacción onanista.

En el caso de las niñas se presenta una transmudación de la “fantasía pegan a unniño”. Se parte del hecho establecido de que éstas se encuentran fijadas con ternuraal padre y mantienen una actitud de competencia con la madre; sin embargo, lafantasía no recurre a su relación con esta última, sino con la figura de otros niños-como es el caso de los hermanos- con quienes tuvo que compartir el amor de lospadres. En el caso de la primera fantasía, ser azotado “significa una destitucióndel amor y una humillación” del niño odiado, lo cual puede traducirse bajo la forma:“el padre no ama a ese otro niño, me ama sólo a mí”. Lo anterior satisface tanto loscelos como los intereses egoístas del fantaseador, lo cual implica que su contenidono es puramente sexual ni puramente sádico. A propósito de esto, Freud hace unaadaptación de las palabras que las brujas dirigen a Lord Banquo enMacbeth de Shakespeare: “no indudablemente sexual, no sádicotampoco, pero sí el material desde el cual ambas cosas están destinadas a nacerdespués”.52

La represión es el destino del enamoramiento incestuoso durante la infancia y dichoproceso represivo da lugar a una conciencia de culpa “anudada a aquellos deseosincestuosos y justificada por su perduración en lo inconciente”.53 Mientras que en la primera fase, en donde elhecho de que el padre pegara a otro niño implicaba el amor hacia el fantaseador; enla segunda, la conciencia de culpa invierte la situación y sugiere que el niñofantaseador -ahora azotado- no es amado, lo cual deviene en una fantasía masoquista.Sobre esta transformación se menciona que “en todos los casos es la conciencia deculpa el factor que trasmuda el sadismo en masoquismo”.54 Por lo tanto, la conciencia de culpa adquierecomo resultado un carácter erótico.

En la segunda fase, en la cual el niño que fantasea es azotado por el padre, seenfatiza que ésta es de carácter inconsciente debido a lo que Freud considera “laintensidad de la represión”. En la tercera fase, el niño fantaseador tambiénaparece, pero ahora en el lugar del espectador. Se convierte en el que mira a unapersona que denota autoridad (por ejemplo, un maestro) azotar a un niño distinto deél, el fantaseador. Ésta es similar a la primera; sin embargo, en la frase que sepuede articular “el padre pega al otro niño, sólo me ama a mí”, se ha omitido lasegunda parte, la que sucumbe a la represión. Para Freud, “sólo la forma de estafantasía es sádica; la satisfacción que se gana con ella es masoquista, suintencionalidad reside en que ella ha tomado sobre sí la investidura libidinosa dela parte reprimida y, con ésta, la conciencia de culpa que adhiere alcontenido”.55 Por lo tanto, enesta tercera fase los niños azotados por la figura de autoridad son sustituciones dela propia persona que fantasea.

Las reflexiones sobre la fantasía “pegan a un niño” son para Freud de gran utilidaden el esclarecimiento de la génesis de las perversiones en general y, de manera másespecífica, del masoquismo. Sobre la génesis de las perversiones sugiere:

Permanece inconmovible la concepción de que en ellas pasa al primer plano elrefuerzo constitucional o el carácter prematuro de un componente sexual. Laperversión ya no se encuentra más aislada en la vida sexual del niño, sino quees acogida dentro de la trama de los procesos de desarrollo familiares paranosotros típicos -para no decir “normales”-. Es referida al amor incestuoso deobjeto, al complejo de Edipo del niño.56

En este texto se remarca nuevamente la idea57 de que la perversión infantil puede ser el fundamentopara una perversión en la vida adulta; o bien, interrumpirse por un desarrollosexual normal. Posterior a esto se enfatiza que “es lícito afirmar que todas lasperversiones infantiles tienen su génesis en el complejo de Edipo”, al que enseguidaagrega Freud un nuevo aporte:

Si es en general posible derivar del complejo de Edipo las perversiones, nuestraapreciación de aquel recibe un nuevo refuerzo. Creemos que el Complejo de Edipoes el genuino núcleo de la neurosis, y la sexualidad infantil, que culmina enél, es la condición efectiva de la neurosis; lo que resta de él como secuelaconstituye la predisposición del adulto a contraer más tarde una neurosis.Entonces, la fantasía de paliza y otras fijaciones perversas análogas sóloserían unos precipitados del complejo de Edipo, por así decir las cicatrices queel proceso deja tras su expiración.58

La observación sobre la fantasía “pegan a un niño” permite elaborar algunasreflexiones sobre la génesis del masoquismo, ya que afirma que éste no es unaexteriorización pulsional primaria sino una reversión del sadismo hacia la propiapersona. Además, la conciencia de culpa -que participa en la represión- es un puntocrucial para el viraje del sadismo al masoquismo. Entonces, según menciona Freud, larepresión se exterioriza en tres clases de efectos: “vuelve inconciente el resultadode la organización genital, constriñe a esta última a la regresión hasta el estadiosádico-anal y muda su sadismo en el masoquismo pasivo, en cierto sentidonarcisista”.59

La segunda fase de la fantasía -ser uno mismo azotado por el padre- resulta ser la demayor importancia debido a su carácter inconsciente y masoquista. Continúa susefectos en la tercera fase y recae sobre el carácter, por ejemplo, quienes llevan ensu interior dicha fantasía pueden adoptar la tendencia de hacerse afrentar porpersonas relacionadas con la figura paterna, realizando así la situación fantaseadade ser azotados por el padre.

Continuando con la contribución a la génesis del masoquismo, Freud clasifica a suspracticantes en tres tipos: aquellos que encuentran su satisfacción en el onanismo,resultado de fantasías masoquistas; los que requieren de escenificacionesmasoquistas para acoplar masoquismo y placer genital; y el masoquista perturbado ensu obrar perverso por representaciones obsesivas. Posteriormente, se agrega una ideaque ha tenido eco en las comunidades del psicoanálisis bajo diversas reflexiones yreferentes: “es difícil que los perversos satisfechos tengan razones para acudir alanálisis”.60

Además, los tres tipos de masoquista pueden experimentar fuertes motivos que losconduzcan a la asistencia a un análisis. Uno de los factores desencadenantes puedeser la dificultad para tener coito con una mujer cuando no se presenta laestimulación masoquista, como la escenificación o las fantasías del onanista,derivando todo esto en la impotencia. Respecto al tratamiento de estas personasFreud concluye: “solemos prometer, confiados, un pleno restablecimiento a losimpotentes psíquicos que nos demandan tratamiento”.61

Tanto en el hombre como en la mujer, la fantasía de ser azotado deriva de una ligazónincestuosa con el padre. La diferencia entre el niño y la niña consiste en que enella la primera fase representa un grado previo con respecto al niño. En la tercerafase, para ésta los azotados son varones al igual que el azotador, mientras que enel niño los azotados son varones y la azotadora regularmente una mujer, lo cualimplica que en la niña la situación masoquista trasmude -por la represión- a sádicay en el niño continúe siendo masoquista.

En 1924 Freud elabora nuevas reflexiones en torno al masoquismo en su texto “Elproblema económico del masoquismo”. Para esta fecha ya se había introducido elconcepto de la pulsión de muerte aunque, a diferencia de los análisis de “‘Pegan aun niño’…”, en donde se afirmó que todo masoquismo deriva de un sadismo originario yque no existía un masoquismo primario, desde “Más allá del principio del placer”dicha idea ya había comenzado a modificarse. En este texto Freud refiere losiguiente:

Observaciones clínicas nos impusieron en su tiempo esta concepción: elmasoquismo, la pulsión parcial complementaria del sadismo, ha de entender comouna reversión del sadismo hacia el yo propio. Ahora bien, una vuelta de lapulsión desde el objeto hacia el yo no es en principio otra cosa que la vueltadesde el yo hacia el objeto que aquí se nos plantea como algo nuevo. Elmasoquismo, la vuelta de la pulsión hacia el yo propio, sería entonces, enrealidad, un retroceso a una fase anterior de aquella, una regresión. Laexposición que hicimos del masoquismo en aquella época necesitaría ser enmendadaen un punto, por demasiado excluyente: podría haber también un masoquismoprimario, cosa que en aquel lugar quise poner en entre dicho.62

Aquella posibilidad de la existencia de un masoquismo primario planteada en 1920 seda por sentada en 1924 con ayuda de la segunda tópica.63 Pero fue en “El problema económico del masoquismo”donde Freud presentó tres tipos de masoquismo: erógeno, femenino y moral, señalandoal masoquismo moral como el más importante, siendo este mismo apreciado como unsentimiento de culpa inconsciente.

Cuando habla sobre el masoquismo femenino, relacionado de modo estrecho con elmasoquismo descrito en “‘Pegan a un niño’”, el creador del psicoanálisis se limitaal caso de los varones y las escenificaciones y fantasías necesarias para alcanzarlas satisfacciones, tales como ser atado, amordazado, golpeado o recibir algún tipode maltrato, lo que lleva a suponer de manera inmediata que el masoquista busca sertratado como un niño díscolo. Todo esto lo ubica en situaciones que soncaracterísticas de la feminidad, por ejemplo: “ser castrado, ser poseído sexualmenteo parir […] sobre la castración o el dejar ciego que la subroga, ha impreso suhuella negativa en las fantasías: la condición de que a los genitales o a los ojos,justamente, no les pase nada”.64

El masoquismo femenino, refiere Freud, se basa en el masoquismo primario, erógeno, esdecir: en el placer de recibir dolor. Ahora bien, el masoquismo primario es aquelque, previo a las elaboraciones teóricas sobre la pulsión de muerte, no eraconsiderado como posible. En el hombre, la libido se enfrenta con la pulsión demuerte que busca la estabilidad inorgánica y tiene una tarea: “la de volver inocua aesta pulsión destructora, desviándola hacia afuera, dirigiéndola hacia los objetosdel mundo exterior”. A su vez, una parte de la pulsión de destrucción se pone alservicio de la función sexual; es aquí donde posibilita una operación que puededesempeñar gran importancia en el sujeto, como es el sadismo. No obstante, otrosector de la pulsión de muerte no responde a los intentos de ser trasladada alexterior del organismo, entonces “allí es ligado libidinosamente con ayuda de lacoexcitación sexual; en ese sector tenemos que discernir el masoquismo erógeno,originario”.65

Entre las dos clases de pulsión -vida y muerte- se produce una mezcla, por lo que esdifícil contar con una pulsión pura y, como resultado, se encuentran contaminadasentre ellas. La pulsión de muerte, luego de ser trasladada en parte a los objetosdel exterior, permanece como un residuo en el interior, lo cual corresponde algenuino masoquismo erógeno que, además, sigue teniendo como objeto al ser propio.Este masoquismo erógeno es testigo de todas las fases de desarrollo de la libido y“toma prestados sus cambiantes revestimientos psíquicos”. Por ejemplo:

La angustia de ser devorado por el animal totémico (padre) proviene de laorganización oral, primitiva; el deseo de ser golpeado por el padre, de la fasesádico-anal, que sigue a aquella; la castración, si bien desmentida más tarde,interviene en el contenido de las fantasías masoquistas como sedimento delestadio fálico de organización.66

En el caso del tercer tipo de masoquismo, denominado moral, se pierde el vínculo conla sexualidad al no tener como condición e interés principal el ser sometido por lapersona amada. Este padecimiento, como tal, puede ser causado por diversas vías:tanto por otras personas como por circunstancias impersonales, y esto se encuentraíntimamente ligado a los “sentimientos de culpa inconscientes”. Dicho término pasó allamarse “necesidad de castigo”, gracias a la observación de diversos pacientes quetenían presente la tortura, la cual implica un sentimiento de culpa. Por lo tanto,éstos no concebían “admitir en su interior mociones de esa clase sinsentirlas”,67 así como por lacontradicción de llamar inconscientes a los sentimientos.

Continuando con el análisis del masoquismo moral, respecto a la segunda tópica, elsuperyó adquiere un papel importante y, como tal, debe sugénesis a que en “los primeros objetos de las mociones libidinosas del ello, lapareja parental, fueron introyectados en el yo, a raíz de lo cual el vínculo conellos fue desexualizado, experimentó un desvío de las metas sexuales directas” y, alposibilitarse la superación del complejo de Edipo, “el superyó conservó caracteresesenciales de las personas introyectadas: su poder, su severidad, su inclinación ala vigilancia y el castigo”.68 Estaconciencia moral edificada en el superyó puede tornarse cruel ydespiadada para su portador.69

Como resultado, el superyó se convierte en heredero del complejo deEdipo y en la fuente de la eticidad individual. Se ha mencionado que la moralidadque tiene un trasfondo inconsciente puede devenir en un superyó sádico; no obstante,en el masoquismo moral puede apreciarse “un genuino masoquismo del yo”, en donde elcastigo se pide al superyó o también se espera encontrarlo en “los poderesparentales de afuera”. Desde este punto, se agrega un elemento más a lo primeramentedenominado sentimiento inconsciente de culpa y después necesidad de castigo, quepuede traducirse como “necesidad de ser castigado por un poder parental”.70

Lo que el psicoanálisis puede aportar a la comprensión de la moral

Desde 1919, en “‘Pegan a un niño’…” se ha mencionado la relación entre el deseo de unindividuo de ser golpeado por el padre y el deseo de vincularse con el padre en unaposición pasiva, hecho que de alguna manera se relaciona con el sentido delmasoquismo moral. Las vastas reflexiones sobre éste llevaron a Sigmund Freud aplantear que “la conciencia moral y la moral misma nacieron por la superación,desexualización, del complejo de Edipo”,71siendo la moral producto de la renuncia pulsional y lainsistente conciencia moral de una exigencia a nuevas renuncias pulsionales.

Este punto resulta importante y marca un nuevo aporte para el psicoanálisis, suclínica y su diferencia con otras disciplinas que teorizan sobre la moral,racionalidad, las exigencias sociales y el ideal de cura sobre el que se forjan. Porejemplo, se ha cuestionado hasta qué punto las terapias tienen como principalobjetivo adaptar al individuo a las normas impuestas por la sociedad o adeterminadas ideologías. Por lo tanto, dicho cuestionamiento no ha sido ajeno parael psicoanálisis.

En el seminario de 1959-1960, titulado La Ética del Psicoanálisis, Lacan72 retoma el punto anterior y sepregunta si el psicoanálisis se refiere a una moralización racionalizante o a unanormalización psicológica. Así explica la forma en que para éste es impensable unamoral racional, siendo que Freud se dedicó, en textos como El malestar en lacultura y el “El problema económico del masoquismo”, a evidenciar queen la moral no intervienen sólo factores racionales, sino inconscientes. En estesentido, la eticidad planteada desde las ideas freudianas difiere de algunascorrientes psicológicas que en exclusiva conciben un carácter puramenteracional.

En el mismo seminario, Lacan, en su debate con las ideas de Aristóteles, señala quela ética del psicoanálisis diverge al no pretender encaminar al sujeto al serviciode los bienes, como por lo regular plantean las éticas que se han formulado a menudodesde la filosofía y que descartan la dimensión del deseo. Para Lacan, la ética delpsicoanálisis posibilita una pregunta que únicamente tiene cabida en el contextoanalítico: “¿Ha usted actuado en conformidad con el deseo que lo habita?”.73 Es decir, si hay una ética en elpsicoanálisis, es de un orden distinto al de la tradición filosófica, y así loseñala Lacan:

Si hay una ética del psicoanálisis, es en la medida en que de alguna manera, pormínima que sea, el análisis aporta algo que se plantea como medida de nuestraacción -o simplemente lo pretende.74

La ética del análisis no es una especulación que recae sobre la ordenanza, sobrela disposición, de lo que se llama el servicio de los bienes. Implica, hablandoestrictamente, la dimensión que se expresa en lo que se llama la experienciatrágica de la vida.75

Conclusión

Con el estudio del psicoanálisis, Sigmund Freud iluminó nuevos caminos paracomprender la sexualidad. Uno de los múltiples aportes que derivan de ello es elhaber propiciado una nueva perspectiva sobre la comprensión de las perversiones. Yase ha dicho que el psicoanálisis, desde sus inicios, las extrajo del campo de laspatologías, reivindicando su importancia en el desarrollo sexual infantil, apuntandoa demostrar que no hay objeto -que corresponda naturalmente- para la pulsión sexual(pulsiones y no instintos). Y con esto, también hizo público aquel “secreto a voces”que la pluma de los médicos no se permitía escribir. Expuso lo absurdo de pensar ala sexualidad sólo a través de la noción de instinto sexual y cuya meta era lareproducción.

Dentro del campo del psicoanálisis, los trabajos de Sigmund Freud en torno a lasperversiones sentaron también las bases para que Jacques Lacan, uno de lospsicoanalistas más importantes, a través de sus tres registros -Real, Imaginario ySimbólico- y los conceptos de goce y objeto a, realizara nuevos aportes,fundamentales para la comprensión del tema. Por ejemplo, en 1976 Lacan decía: “Todasexualidad humana es perversa, si seguimos bien lo que dice Freud”.76 Lacan llevaba más de 20 años deimpartir su seminario, a través del cual fue un arduo lector, comentarista y críticode Freud, así que los trabajos del padre del psicoanálisis, y en específico laconcepción no biológica de las perversiones y aclarar que no hay un objeto naturalpara la pulsión sexual -ideas planteadas desde 1905- posibilitaron que desde finalesde los años sesenta el psicoanalista francés sentenciara que no hay relaciónsexual, y bajo esa premisa construyó en 1973 las escrituras de lasexuación para los seres hablantes.

En resumen: no hay un ser del hombre y otro de la mujer; no hay una esencia y tampocouna biología que determine en absoluto la sexualidad. En el caso de los sereshablantes, no hay complementariedad sexual entre hombre y mujer, y por ello puedebuscarse un encuentro entre dos o más sujetos, con diversos gustos y preferenciassexuales. Tampoco hay una práctica de la sexualidad que sea “normal” y “buena” yotra “patológica” y “desviada”. Al psicoanálisis no le corresponden este tipo dejuicios, siendo que no hay una práctica sexual que se erija como la única capaz desatisfacer a todos, puesto que la pulsión sexual puede satisfacerse por distintasvías. La calificación de enfermedad y anormalidad, respecto a las perversiones,están dictadas en mayor medida por normas de carácter moral, y no puramente por undeterminismo biológico o algún esencialismo.

Es justo porque no hay relación sexual entre los seres hablantes, es decir, porque nohay complementariedad entre los sexos. No hay relación sexual, pero sí algo que lasuple: el amor, posibilitando que allí donde la relación entre los sujetos fracasa,emerja la necedad y la insistencia, la posibilidad de hacer el amor y de amar dediversas maneras.

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1 Actualmente el Diccionario de la lengua española (23ª ed.)incluye dos definiciones de perversión: Del latín pervertere
1. Viciar con malas doctrinas oejemplos las costumbres, la fe, el gusto,etc.
2. Perturbar el orden o estado delas cosas.

2Elisabeth Roudinesco, Nuestro lado oscuro. Una historia de losperversos, p. 14.

3Los prologuistas de dos de las ediciones en español más populares de LaIliada, Alfonso Reyes (Porrúa) y Emilio Crespo Güemes (Gredos),sitúan su composición alrededor del 700 a. C. Además, el segundo señala que eltexto pasó de la oralidad al soporte escrito antes del 520 a. C.

4Menciona Roudinesco: “Confundida con la perversidad, la perversión se contemplabaen otro tiempo -en especial desde la Edad Media hasta finales del siglo XVII-como una forma particular de perturbar el orden natural del mundo y convertir alos hombres al vicio”. Ibidem, p. 12.

5Ibidem, p. 13.

6Joël Dor, Estructura y perversiones, p. 63.

7Ibidem, p. 65.

8Es, en términos generales, la definición de la que parten Roudinesco y Plon en suDiccionario de psicoanálisis, para hacer referencia al usodel término “perversión”, de tal manera que pueda haber puntos de contacto entrela psiquiatría, sexología, psicoanálisis y religión.

9Solange Alberro, Inquisición y sociedad en México, pp.180-182.

10Richard Greenleaf, La Inquisición en Nueva España, siglo XVI, p.85.

11Los procesos se extendían inclusive a los eclesiásticos. Por ejemplo, fray Andrésde Aguirre, de la orden de San Agustín, se enfrentó a la justicia del Tribunaldel Santo Oficio por decir que la simple fornicación no era pecado.Ibidem, p. 228.

12José Medina, Historia del Tribunal del Santo oficio de la SantaInquisición en México, p. 141.

13Greenleaf, La Inquisición op. cit., p. 231.

14Entendido como mandato divino.

15Ackerknecht resume las propuestas terapéuticas de Pinel en el capítulo titulado“Pinel, Esquirol y la Escuela francesa”, en Erwin Ackerknecht, Brevehistoria de la psiquiatría, pp. 59-72.

16Philippe Julien, Psicosis, perversión, neurosis. La lectura de JacquesLacan, p. 99.

17Elisabeth Roudinesco, Freud. En su tiempo y en el nuestro, p.124.

18Ibidem, p. 125.

19La cuarta edición fue publicada en 1920.

20En la “Carta 52” (6 de diciembre de 1896), Freud defiende la idea de unabisexualidad en todos los seres humanos. En esta misma hace mención a laszonas erógenas, siendo para Strachey la primera vez queaparece la expresión, y adelante la acompaña con lo siguiente: “en la infancia,el desprendimiento sexual se recibiría de muy numerosos lugares del cuerpo”.Sigmund Freud, “Carta 52”, p. 280.

21Helí Morales, Otra historia de la sexualidad, p. 25.

22Ibidem, p. 26.

23Sigmund Freud, “Tres ensayos de teoría sexual”, p. 126.

24Haciendo referencia directa a los griegos y su concepción de la sexualidad y elamor, en términos intelectuales.

25En el primer ensayo, titulado “Las aberraciones sexuales”, posterior al aborde delas llamadas aberraciones por su objeto y por su meta, incluye un apartadotitulado “Consideraciones generales sobre todas las perversiones”. Es en elsexto punto donde hace referencia a la “sexualidad perversa”.

26Julien, Psicosis, perversión, neurosis, op.cit., p. 102.

27Sigmund Freud, “Fragmento de análisis de un caso de histeria”, p. 45.

28En específico, se refiere a la felación a propósito de una fantasía de Dora.

29Freud, “Fragmento de análisis”, op. cit., p. 46.

30Julien, Psicosis, perversión, neurosis, op. cit., p. 102.

31Freud, “Tres ensayos”, op. cit., p. 212.

32Concepto que se ha traducido como “desmentida” y se detallará más adelante.

33La menciona en Sigmund Freud, “La organización genital infantil. (Unainterpolación en la teoría de la sexualidad)”; e Id., “Lapérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis”.

34Freud, “Tres ensayos”, op. cit., p. 139.

35“Sólo en una tercera fase (que en el niño se desarrolla únicamente hasta elprimado del falo) la vida sexual pasa a ser comandada por la participación delas zonas genitales propiamente dichas”. Ibidem, p. 213.

36Sigmund Freud, “Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci”, p. 90.

37Hugo Bleichmar, Introducción al estudio de las perversiones. La teoríadel Edipo en Freud y Lacan, p. 9.

38La expuesta en La interpretación de los sueños.

39Ibidem, p. 15.

40Sigmund Freud, “Fetichismo”, p. 147.

41Freud aborda el tema en textos como “La organización genital infantil...”,op. cit. (1923),“Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos”(1925), “Sobre la sexualidad femenina” (1931). Trabajos de otros autores al respecto pueden encontrarse en:François Dolto, Sexualidad femenina; Moustapha Safouan,La sexualidad femenina según la doctrina freudiana; yMorales, Otra historia, op. cit.

42Julien, Psicosis, perversión, neurosis, op. cit., p. 104.

43Sigmund Freud, “La escisión del yo en el proceso defensivo”, p. 227.

44Otros textos fundamentales son, por ejemplo, “Introducción del narcisismo”(1914), “‘Pegan a un niño’. Contribución al conocimiento de la génesis de lasperversiones sexuales” (1919), “El problema económico del masoquismo” (1924),entre otros.

45Sigmund Freud, “Pulsiones y destinos de pulsión”, p. 122.

46Ibidem, p. 123.

47Ibidem, p. 124.

48Ibidem, p. 127.

49Freud, “‘Pegan a un niño’…”, op. cit., p. 180.

50Ibidem, p. 181.

51Ibidem, p. 183.

52Ibidem, p. 184.

53Ibidem, p. 186.

54Ibidem, p. 186.

55Ibidem, p. 188.

56Ibidem, p. 189.

57Idea desarrollada a lo largo del primero de los “Tres ensayos de teoríasexual”.

58Ibidem, p. 190.

59Ibidem, p. 191.

60Ibidem, p. 193.

61Freud, “‘Pegan a un niño’…”, op. cit., p. 193.

62Sigmund Freud, Más allá del principio del placer”, p. 53.

63Desarrollada de manera más amplia en “El yo y el ello”, texto que data de1923.

64Freud, “El problema económico”, op. cit., p. 168.

65Ibidem, p. 169.

66Ibidem, p. 170.

67Ibidem, p. 172.

68Ibidem, p. 172.

69Freud ejemplifica con un concepto relevante para la filosofía, al mencionar que“el imperativo categórico de Kant es la herencia directa del complejo de Edipo”.Ibidem, p. 173.

70Ibidem, p. 174.

71Ibidem, p. 175

72Jacques Lacan, El Seminario de Jacques Lacan. Libro 7: La ética delpsicoanálisis (1956-1957), p. 371.

73Ibidem, p. 385.

74Ibidem, p. 381.

75Ibidem, p. 383.

76Jacques Lacan, El seminario de Jacques Lacan. Libro 23. El sinthome(1975-1976), p. 150.

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